El tramposo de sangre noble

Eduardo vii el Rey de Inglaterra en la foto a la edad de 22 años

El protagonista de esta historia no era un hábil tramposo de casino desplumado. Es más, fue descubierto rápidamente intentando engañar a sus oponentes en la mesa de juego. Aun así, pasó a la historia como uno de los estafadores más legendarios. Entenderá por qué.

Cuando se trata de jugadores profesionales y novatos capaces de hacer trampas, se puede imaginar a gente de familias desestructuradas, delincuentes dudosos y otras personas poco fiables. La imagen de los estafadores en la mesa de juego no se asocia con la alta nobleza, ni con los miembros de la familia real británica.

El escándalo del bacará real

Sin embargo, a finales del siglo XIX, se produjo un hecho vergonzoso conocido comúnmente como el escándalo del bacará real. Cuesta creerlo, pero el futuro rey Eduardo VII, entonces príncipe de Gales, y su amigo más íntimo, el barón Sir William Gordon-Cumming, estuvieron implicados.

En septiembre de 1890, jugaron al bacará, que en aquella época estaba prohibido en el Reino Unido. La partida tuvo lugar en la mansión de Tranby Croft, propiedad del constructor naval Sir Arthur William.

Es fácil adivinar que a aquella reunión sólo estaba invitada la flor y nata de la sociedad, por lo que la posibilidad de hacer trampas parecía absurda.

Imagínense la sorpresa de los invitados cuando se dieron cuenta de que Sir William Gordon-Cumming añadía subrepticiamente fichas a sus apuestas cuando ganaba y se las quitaba cuando perdía. Al día siguiente, la situación se repitió y los ingresos del tramposo superaron las 200 libras.

Cabe señalar que el Baronet era coronel de la famosa Guardia Escocesa. Participó en operaciones militares en África y tenía unos ingresos anuales de ochenta mil libras, una cantidad considerable en aquella época. Los testigos se negaban a creer lo que veían sus ojos, pero algunos aún se atrevían a resentirse.

William Gordon-Cumming fue desenmascarado y, bajo presión, se vio obligado a admitir los hechos. Incluso hizo un escrito en el que declaraba que nunca se sentaría a la mesa de juego, y los participantes en el incidente prometieron no hacerlo público.

Sin embargo, entre los invitados había mujeres, y una de ellas, Lady Daisy Brooke, no sabía contener la lengua. Incluso le pusieron el apodo de charlatana por eso. Por supuesto, contó a todo el mundo lo sucedido. William Gordon-Cumming dejó de ser invitado a los actos sociales y se convirtió en un paria. El Príncipe de Gales también dejó de comunicarse con él.

El coronel se sintió tan avergonzado que se atrevió a presentar una demanda, alegando que se trataba de los malhadados participantes en aquella reunión. La opinión pública británica quedó conmocionada cuando el futuro rey fue citado a declarar como testigo en el caso del fraude de las cartas. El Príncipe se vio obligado a confesar que estaba jugando al bacará, lo que estaba prohibido.

En cuanto a Sir William Gordon-Cumming, no consiguió defender su dignidad. El testimonio presenciado fue suficiente para que el tribunal rechazara todas sus pretensiones. El coronel fue despedido del ejército. Y el Príncipe siguió jugando a las cartas, aunque desde entonces prefería el whist.

Este caso fue mencionado muchas veces en la prensa, la literatura, el teatro, el cine y la radio. Incluso el famoso escritor Ian Fleming lo utilizó en una de las novelas de James Bond.


Conclusión

Cada cliente de un casino en línea o terrestre, si está pensando en hacer trampas, debería recordar la historia de Sir William Gordon-Cumming. Perdió su posición en la sociedad, arruinó su reputación, perdió el apoyo del futuro rey de Gran Bretaña y se vio obligado a retirarse debido a un fraude de poca monta, que se saldó con una cantidad relativamente pequeña de dinero.

Preguntas frecuentes

👌 ¿Cómo de común era hacer trampas entre la nobleza en los juegos de azar históricos?

Desgraciadamente, las trampas en el juego han estado muy extendidas en todos los estratos sociales a lo largo de la historia, y la nobleza no ha sido una excepción. Aunque podían tener más que perder en términos de reputación y honor, el atractivo del dinero fácil, la emoción de ganar y la presión por mantener un estilo de vida lujoso a menudo pesaban más que estas preocupaciones. Los relatos históricos, las memorias e incluso los documentos legales aluden con frecuencia o describen directamente casos de nobles implicados en diversas formas de engaño en las mesas de juego. La propia naturaleza del juego, con sus elevadas apuestas potenciales, siempre ha atraído a aquellos dispuestos a saltarse las reglas, y la nobleza, poseedora de una riqueza considerable y a menudo con un sentido del derecho, era tan susceptible como cualquiera a estas tentaciones.

🎲 ¿Qué métodos empleaban habitualmente los nobles tramposos?

Los tramposos nobles, al igual que sus homólogos plebeyos, utilizaban una serie de técnicas, a menudo adaptadas a los juegos específicos a los que jugaban. En los juegos de cartas, eran habituales métodos como las cartas marcadas, el "palming" (ocultar y luego volver a introducir las cartas favorables) y el apilamiento de la baraja. La manipulación de los dados, mediante el uso de dados cargados o "fijos", era otra estratagema popular. La connivencia con los crupieres o con otros jugadores también era un factor importante, ya que permitía hacer señales, preacordar resultados o intercambiar información sutilmente. A veces, las trampas eran más psicológicas e implicaban distracciones sutiles, intimidación o incluso el uso estratégico del alcohol para alterar el juicio del oponente. La sofisticación del método dependía a menudo de la habilidad del individuo y del entorno social en el que se desarrollaba el juego, y algunos nobles empleaban a tramposos profesionales para que les ayudaran.

👩‍⚖️ ¿Cuáles eran las consecuencias típicas para un noble sorprendido haciendo trampas?

Las consecuencias para un noble que era sorprendido haciendo trampas variaban significativamente dependiendo de la época, la posición social de los implicados y las circunstancias específicas. La exposición pública y la pérdida de reputación eran quizá las consecuencias más inmediatas y perjudiciales, y podían conducir al ostracismo social, a duelos o a un deterioro de su posición en la corte. También eran frecuentes las sanciones económicas, que a menudo implicaban la devolución forzosa de las ganancias mal habidas o incluso la confiscación de bienes. En casos más extremos, y sobre todo si el engaño afectaba a un individuo de muy alto rango o a un acto particularmente atroz, podía haber repercusiones legales, aunque los nobles solían gozar de cierto grado de inmunidad o se enfrentaban a castigos más indulgentes en comparación con los plebeyos. Sin embargo, el estigma social por sí solo era a menudo un poderoso elemento disuasorio, ya que el honor era una preocupación primordial para la nobleza.

👨‍🎓 ¿Tenían las distintas épocas o culturas distintas actitudes hacia los nobles tramposos del juego?

Las actitudes hacia los nobles tramposos en el juego evolucionaron sin duda a lo largo de las distintas épocas y culturas, aunque la desaprobación general de la deshonestidad en el juego fue un tema constante. En algunas épocas, sobre todo en las que se ponía un fuerte énfasis en la caballerosidad y el honor, hacer trampas se consideraba una grave afrenta a la integridad personal y podía acarrear una grave desgracia social. En otras épocas, tal vez cuando el juego estaba más extendido y menos regulado, podía haber una aceptación más cínica de las trampas como una parte desafortunada, aunque indeseable, del juego. Las diferencias culturales también influyeron; por ejemplo, algunas sociedades podían poner más énfasis en el juego limpio, mientras que otras podían ser más tolerantes con cierto grado de astucia o inteligencia, aunque rayara en el engaño. En última instancia, sin embargo, el concepto fundamental de aprovecharse injustamente rara vez se aprobaba, aunque la aplicación y las repercusiones variaran.

🤵 ¿Cómo se cruzaba el concepto de "honor" con el engaño para los nobles?

El concepto de "honor" era fundamental para la identidad, la reputación y la posición social de un noble, lo que creaba una profunda tensión con el acto de engañar. Para un noble, el honor estaba íntimamente ligado a su palabra, su valor, su linaje y su integridad percibida. Hacer trampas en el juego socavaba directamente estos principios, ya que demostraba una falta de honestidad y la voluntad de rebajarse a medios de dudosa reputación para obtener beneficios personales. Ser tachado de tramposo suponía un duro golpe para el honor, que podía llevar a la ruina social, a la pérdida del respeto de los compañeros e incluso a la erosión del buen nombre de la familia. El mero hecho de hacer trampas implicaba una deficiencia de carácter, lo que era anatema para la imagen idealizada de un noble. Este conflicto inherente significaba que, aunque algunos nobles indudablemente hacían trampas, lo hacían arriesgando considerablemente su bien más preciado: su honor.

Denis Anipchenko
Denis Anipchenko
Redactor jefe y experto en juegos de azar en línea

Denis es un auténtico profesional con muchos años de experiencia en el sector del juego. Su carrera comenzó a finales de los noventa, cuando trabajó como crupier, jefe de boxes, gerente y director de casino. Esta experiencia única le permitió conocer a fondo el mundo del juego desde dentro. Desde finales de los años noventa, Denis se ha dedicado a escribir artículos y análisis sobre el juego, y desde principios de los años diez se ha convertido en una figura clave del equipo de Casinoz. Aquí no sólo escribe y edita contenidos, sino que también crea reseñas, comparte su experiencia y ayuda a los lectores a comprender los entresijos del juego. Denis combina experiencia práctica y conocimientos profundos, lo que le convierte en uno de los expertos más respetados del sector. Sus escritos son siempre información actualizada, contrastada y útil para cualquier persona interesada en el mundo de los casinos.

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Facts checked Alex Vasilev Editor científico y verificador de hechos
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